Es bien sabido que todas las parejas, aunque tengan una relación muy sólida, son susceptibles de pasar por momentos de crisis. Habrá que afrontarlas y superarlas, ya que forman parte del desarrollo normal de la relación. Veamos algunas de las crisis más importantes.
Cuando una pareja comienza, cada uno trata de conquistar continuamente al otro, se hacen cumplidos, no se exigen, siempre están dispuestos a dar, nace un amor que en principio no necesita esfuerzo, es un amor entusiasmado, es el principio del enamoramiento.
Pero toda pareja tiene que evolucionar y transformar ese amor inicial en un amor maduro y sólido, en caso contrario podría llegar a desaparecer.
Esta crisis se produce en el periodo de tiempo en el que se está formando la estabilidad de la pareja y comprende los primeros años de convivencia, donde se tienen que adaptar el uno al otro, cada uno tiene costumbres y hábitos diferentes, se renuncia a un estilo de vida, para comenzar un proyecto de vida en común que parte del amor y de la ilusión.
Es una etapa maravillosa en la que el amor se vive con mucha intensidad, pero no está carente de obstáculos. La convivencia diaria, el día a día, hace desvanecer la idealización que se tiene de la pareja.
Tras la convivencia surge el primer desencanto, nuestra pareja no es tan excepcional como pensábamos. Además, tener que ceder y adaptarse a otras costumbres no es sencillo, se producen cambios a nivel personal y surgen los primeros conflictos que habrá que superar.
Uno de los conflictos más frecuentes que encontramos en esta etapa es, cuando en la pareja uno quiere imponerse al otro, imponer su forma de hacer y de organizar la vida en común, lo normal es que el otro no esté dispuesto a ser sometido, generando los primeros conflictos de adaptación.
Encontrar un equilibrio y una buena comunicación es fundamental para salir de esta crisis.
Las parejas que han sabido solucionar realmente todos los problemas y las contrariedades que les ha presentado la vida, cuando llegan a esta etapa se unen más estrechamente, se apoyan y ayudan mutuamente, surge un reencuentro entre ellos.
En esta etapa disponen de más tiempo libre, ya no trabajan y los hijos se han ido del hogar, en definitiva tienen una vida menos activa que les permite estar más tiempo juntos.
Sin embargo en parejas que en su trayectoria no han sabido solucionar los conflictos que les ha deparado la vida llegan a la vejez con resentimiento, con la sensación de una vida malgastada.
La jubilación y la salida de los hijos del hogar produce un vacío que puede dar lugar a una crisis en la pareja, se distancian cada vez más y empiezan a ignorarse.
Cuando la relación de pareja entra en crisis, se deben poner todos los medios para salir de ella, hay que identificar el problema y poner soluciones.