Pues en la mayoría de los casos se debe al vacio que deja el término de un proyecto al que le hemos dedicado tanto tiempo y esfuerzo. Las bodas son acontecimientos muy costosos de preparar, comenzamos con mucho tiempo de antelación, son muchas horas, muchos días y mucha ilusión, las personas de nuestro entorno se vuelcan en ayudarnos en todo lo posible, por lo que nos encontramos rodeados de atenciones, y eso es algo también muy ilusionante.
Pero después de el gran día, después de la luna de miel, comenzáis vuestra nueva vida en la que ese proyecto ya no ocupa tiempo, las personas de alrededor se retiran para dejaros hacer vuestra vida y eso puede generar un vacío y una pena.
En otras ocasiones el foco de la tristeza está en las altas expectativas que se esperan del matrimonio, que no tiene por que ser como lo imaginabas.
Antes de la boda es posible que soñaras con un cuento de hadas, con algo sumamente especial, y cuando aterrizas en tu nueva vida descubres que lejos de ser decepcionante, la vida real es real y sigues teniendo un trabajo y obligaciones, la conviviencia tiene su periodo de adaptación y sus intríngulis, por lo que el cuento de hadas ha de ser compartido con un poco de realidad.