Si la pintura, como todas las demás Bellas Artes, pretende sólo estimular sensaciones, al situarnos frente a la obra de Amparo sentimos inmediatamente la presencia nada sutil del arte en su definición más básica. Más allá de "ismos" encasilladores, por encima y al margen de técnicas, los lienzos de Amparo transmiten una rara armonía de color, conciliando con su pincelada saltarina e inquieta un maridaje a veces inverosímil entre gamas cálidas y frías que la emparenta "malgré elle" con la mejor tradición impresionistade inmovilizar lo instantáneo.
No es Amparo una dibujante; diríase que su pulsión por tejer pequeñas sinfonías de color la hace alejarse de todo artificio formal que pueda constreñir o enmascarar la frescura del color en estado libre. Y sin embargo, otra vez a su pesar, el equilibrio compositivo de sus lienzos delata la clase del artista intuitivo e incontaminado. Agustin Casado, periodista