Ponlas a remojo con agua y jabón en un barreño, las dejas unas horas y luego las aclaras con agua. Quedaran como nuevas.
Mételas en una bolsa de papel con un puñado de sal gorda, y a continuación la agitas vigorosamente. Es una excelente manera de quitarle el polvo.
Las flores se conservarán mucho mejor si al agua del florero le añades unas gotitas de ginebra.
Si quieres que tus flores cambien de color, puedes hacerlo, sumérgelas en tinta, el tallo se la beberá y la flor cambiará de color.
Prueba a echar en el agua del jarrón una cucharadita de sal, otra de azúcar y dos o tres gotas de lejía. Te maravillará el resultado.
Si quiere realizar un arreglo de flores secas para decorar su hogar y no consigue disecar las flores adecuadamente. Siga éste consejo y no se arrepentirá: introduzca sus flores favoritas en una caja tapada, rellena a partes iguales con aserrín y arena fina, consérvela en un lugar seco y caldeado.
Para limpiar esas flores que se han secado haremos lo siguiente: pondremos en un cazo agua hirviendo con bicarbonato, cuando veamos que la solución se haya diluido del todo las introduciremos dentro del agua durante 10 minutos. Después las dejaremos secar al aire libre.
Si ves que las flores que te han regalado comienzan a adquirir un aspecto algo lánguido, sumerge sus tallos unos segundos en agua hirviendo, recórtalos inmediatamente y vuelve a colocar las flores en un jarrón lleno de agua con un par de ‘aspirinas’ disueltas en ella. Si no tienes aspirinas a mano, diluye un par de cucharadas de azúcar y otra de lejía en el agua.
Para que tus flores duren más, llena tu jarrón de gaseosa en lugar de agua.
Para conservar un ramo de flores, hay que quitar las hojas inferiores y añadir al agua un chorrito de vinagre de alcohol. Al cabo de varios días, se observará cómo las flores conservan intacta su belleza.
Las flores que pongas en un jarro te durarán más si no llenas demasiado el florero.
También es conveniente que arranques aquellas hojas que vayan a quedar sumergidas en el agua del jarro, especialmente en rosas. Los crisantemos son la excepción, cuyas hojas contienen una reserva alimenticia para sus flores y, por tanto, conviene conservar.
Corta 2 cm. de la base cada 3 días y aprovecha para cambiar el agua. Además, incorpora una aspirina o 3 gotas de lejía por litro de agua. Esto ejercerá una acción antibacteriana.