Separación de bienes: cada cónyuge es dueño de lo que tiene, tanto antes como después del matrimonio.
Participación en las ganancias: cada uno mantiene la propiedad sobre los bienes que tenían antes, pero los beneficios obtenidos después del matrimonio deben repartirse entre ambos a través de liquidaciones judiciales. Ésta es la más complicada.
Comunidad diferida: aquí cada cónyuge mantiene la propiedad sobre los bienes que poseía antes del matrimonio, pero lo que se haga después pertenece a ambos. Éste es el típico “lo mío es tuyo y lo tuyo es mío”. La otra decisión primordial previa al matrimonio es tu apellido de casada. Ahora tienes tres alternativas: mantener tu nombre de soltera, agregar el primer apellido de tu esposo usando la partícula “de” o usar siempre el primer apellido del esposo sin el “de”.
Después del “sí, acepto”, los trámites continúan. El notario te entregará dos documentos originales de la escritura matrimonial con los que debes acudir a la alcaldía de origen de ambos para que marginen las respectivas partidas de nacimiento y a la alcaldía del municipio donde se celebró el matrimonio, para que te extiendan el acta del mismo. Estos últimos trámites demoran de dos a tres semanas, pero si quieres evitar contratiempos puedes incluirlo dentro de los servicios notariales y así disfrutarás tranquila de tu luna de miel.
