Hacia la mitad del segundo milenio a.C. vino la composición de los Upanisadas, que reflejan la tradición védica y a la vez introducen nuevas ideas sobre la naturaleza del alma individual (atman) y su conexión con la realidad última (Brahman).
Los Upanisadas introducen también la doctrina -ausente todavía en los Vedas- del ciclo de nacimiento-muerte-renacimiento (samsara), así como la esperanza de una liberación de este ciclo de reencarnaciones.
Redactados en sánscrito, parte en verso y parte en prosa, son una sucesión de diálogos y textos expositivos, considerados como la culminación de la revelación védica.
Los Upanishads, guardan relación con los Brahmanas o “textos de los brahmanas” (manuales de liturgia que prescriben las minuciosas reglas para la correcta celebración de los sacrificios védicos) y con los Aranyakas o “textos del bosque” (destinados a los eremitas que vivían en la jungla). Estos libros, junto con los Vedas, forman la “Shuruti” (lo oído) y son los considerados libros sagrados revelados.
En definitiva los Upanishads plantean una doctrina secreta, un tanto heterodoxa, que el maestro (guru) transmitía al discípulo (sishya), siguiendo un método especial de deducción. Se basaba en la observación e identificación de fenómenos similares, con el fin de poner de manifiesto las sutiles correspondencias entre el microcosmos (el ser humano) y el macrocosmos (el universo en su conjunto).
Existen diversos Upanishads compuestos en diferentes épocas. Los védicos (componentes de la Shuruti) son solamente catorce, correspondientes a un periodo comprendido entre los siglos VIII y III a.C. Los más antiguos interesantes y voluminosos son el Brhadaranyaba Upanisad y el Chandogya Upanisad, que constituyen casi los dos tercios del conjunto.
Presumiblemente, estos textos fueron redactados en la región comprendida entre los ríos Yamuna y Ganges, en el ámbito de una civilización agrícola. En ellos encontramos reflejada una sociedad en plena evolución, donde incluso las mujeres y algunos soberanos pertenecientes a la categoría social de los guerreros (kosatriya) tenían acceso a conocimientos que a menudo ignoraban los propios brahmanes. De hecho, en los Upanishads se advierte una sutil tensión y una reacción “laica” ante el poder de los sacerdotes, únicos depositarios del saber religioso y venerados como auténticos dioses en la tierra. Son como una revuelta contra la ortodoxia.
Es posible incluso que el predominio en los Upanishads del conocimiento sobre la práctica sacrificial, junto con la afirmación de la doctrina de la ley de causa y efecto (el karma) que condena al hombre al ciclo de las reencarnaciones (samsara), tenga un origen extra brahmánico: “El hombre se hace bueno con las acciones buenas y malo con las malas” (ley del Karman). Pero la casta sacerdotal hizo propias estas doctrinas, tratando de “armonizarlas” lo más posible con la tradición.
En los Upanishads se abre una nueva vía para lograr romper la implacable rueda de las reencarnaciones: “la vía del conocimiento”. No se indica como camino de salvación la ejecución meticulosa (karma-marga) de los actos rituales, tan subrayado por la casta sacerdotal hasta el momento. Se señala, en cambio, que para liberarse del ciclo de las reencarnaciones hay que seguir la difícil vía del conocimiento filosófico (jñana-marga) y de la meditación interior, que a partir de esta época va a caracterizar profundamente la religiosidad india. En los Upanishads, estos gurus imparten sus enseñanzas a los discípulos, a menudo en forma de diálogos, guiándolos en la práctica de diversas técnicas contemplativas.
La enseñanza no es necesariamente verbal. En el caso de los discípulos más aventajados, el conocimiento se puede transmitir mediante un simple contacto de la mano o del pie, o a través de la mirada o un gesto. El maestro es el insustituible punto de referencia, el único capaz de guiar a sus discípulos en el camino de la liberación (mokska). De hecho, el guru puede convertirse en una auténtica divinidad para sus alumnos.
Entre los temas esenciales de los Upanishads destacan la contemplación y la comprensión de la identidad perfecta entre el alma individual (atman) y el alma universal, o mejor dicho, el “Absoluto impersonal” (brahman), el fundamento único, la esencia espiritual en la que se basa toda la realidad. Sólo cuando el ser humano se identifique hasta lo más profundo con esta condición, conseguirá liberarse del doloroso ciclo de las reencarnaciones.
Los Up. (Upanishads) potenciarán la proliferación del “Sanghasi” (eremita) que se retira de la actividad mundana y busca vivir solo, meditando y viviendo pobre y ascéticamente, como modo de acelerar el momento feliz de lograr la liberación del samsara.
