Al sur de Puerto Montt -1.016 km. al sur de Santiago- el Valle Central se hunde en un mar interior y la Cordillera de la Costa se fragmenta en múltiples grupos de islas, dando forma a la segunda isla más grande de Sudamérica -después de Tierra del Fuego-, con una longitud de 180 km. de norte a sur, y a 40 islas menores, de las cuales 35 están habitadas, formando el Archipiélago de Chiloé. A la Isla Grande de Chiloé se llega atravesando el Canal de Chacao en transbordador, en 25 min. de navegación.
Es un extenso territorio de ensenadas, canales, golfos, lagos, lagunas y una naturaleza prácticamente virgen – como el Parque Nacional Chiloé -, entre la cual surgen poblados con construcciones únicas, arquetipo de la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera, como sus iglesias y casas de cortes típicos, con tejuelas, balcones y miradores. Es una tierra y mar de mitos y leyendas, historia, tradiciones y fiestas costumbristas mantenidas por su gente. Su gastronomía con cazuelas chilotas, asados al palo y el famoso “curanto al hoyo” constituyen delicias y experiencias únicas para los visitantes.
El archipiélago, habitado originalmente por huilliches y chonos, fue colonizado tempranamente por los españoles, que se asentaron en el lugar a mediados del Siglo XVI. Por la misma fecha llegaron los primeros religiosos que se abocaron a la tarea de evangelizar a la población; ellos eran franciscanos y mercedarios.
El último enclave español en Chile y América, con unas maravillosas vistas al océano y al golfo interior, aún conserva los fuertes San Antonio y San Miguel de Ahui, en la ciudad de Ancud, que mantienen gran parte de la artillería y estructuras originales.
Chiloé invita a conocer sus iglesias que datan de los siglos XVIII y XIX, construidas en maderas nobles como alerce y ciprés, de las cuales 16 han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad; a sus marineros navegando en lanchones por los canales e islas; a sus faenas campesinas que muestran a través del agroturismo; a sus ciudades y casas palafito; a sus hermosos paisajes y fiestas costumbristas; a su gastronomía única con productos del mar y, sobre todo, convida a sentir la hospitalidad de su gente.
Qué Visitar:
ANCUD
Ciudad fundada en 1767 para resguardar el tráfico marítimo hacia y desde el Cabo de Hornos. En la zona, el fuego cruzado del Fuerte San Antonio, en la ciudad, y el Castillo San Miguel de Ahui, en la Península de Lacuy, junto a las baterías de Punta Corona, Chaicura y Barcacura, custodiaban la estratégica localidad, antigua llave de acceso de América Occidental.
Ancud posee varios estilos arquitectónicos: construcciones antiguas y modernas; estas últimas también con identidad e historia.
La ciudad invita a ser recorrida a pie y así descubrir sus atributos en un ambiente amable y coloquial, en un contexto geográfico de lomas suaves. Sus otros atractivos son la plaza, la costanera, el Museo Regional, el mercado y feria municipal, el Mirador del Cerro Huaihuén, el Polvorín y el Mirador Arena Gruesa.
CASTRO
La capital de la provincia de Chiloé es el punto más indicado para iniciar la exploración del archipiélago. Sin embargo, hay que empezar por sus atractivos y el principal está en su sector norte: las típicas casas de madera construidas sobre pilotes enterrados en el mar, llamadas “palafitos”.
Desde la Plaza de Armas es posible visitar la iglesia San Francisco, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; la Plazuela Gamboa, desde donde se divisan palafitos y la construcción naval artesanal; el muelle y Feria Lillo con su mercado y cocinerías; y el Parque Municipal con el Museo de Arte Moderno. En este parque se realiza el Festival Costumbrista de Chiloé, en febrero de cada año.
Otros lugares de interés son: Iglesia de Nercón, Iglesia de Rilán, Cerro Ten Ten y alrededores campesinos.
CURACO DE VÉLEZ
Situado en la Isla de Quinchao, Curaco de Velez es un poblado con típicas casas de tejuelas de alerce. Fue un importante punto de cultivo de trigo; donde hasta hoy perduran dos molinos de piedra granito y madera, con un origen que se remonta a la mitad del Siglo XVI. Además, posee el museo Galvarino Riveros, el Mirador de Changüitad y una zona para la degustación de ostras.
Achao es la cabecera de comuna del Archipiélago de Quinchao. Entre la atractiva arquitectura de casas de madera decoradas con tejuelas en diferentes estilos, destaca la Iglesia Santa María de Lourdes. El pueblo posee un sinnúmero de miradores naturales que permiten observar islas menores y el constante movimiento de lanchas que entran y salen del puerto.
Al igual que el resto de Chiloé, existen artesanos que trabajan en lana y cestería. Sus piezas se exponen en la feria o en los puestos de ventas de las artesanas de Llingua.
DALCAHUE
Es uno de los centros artesanales, náuticos e industriales más importantes del archipiélago, con un movimiento marítimo constante de embarque y desembarque. A la feria o mercado de los domingos concurren todos los artesanos y gente de diferentes islas y localidades cercanas. Llegan con una extraordinaria variedad de tejidos en fibra vegetal, lana y artilugios de madera.
Su costanera constituye un paseo afable, en donde se encuentra el centro cultural, el museo etnográfico, además de la feria dominical.
Dalcahue es un área terminal y de distribución, punto intermedio con facilidad para entrar y salir. Posee rápido acceso de transporte terrestre y marítimo para conectar a las demás comunas e islas, como el Archipiélago de Quinchao, el de las Chauques y a Quehui.
IGLESIAS DE CHILOÉ
El archipiélago de Chiloé, habitado originalmente por huilliches y chonos, fue colonizado tempranamente por los españoles, que se asentaron en el lugar a mediados del Siglo XVI. Por la misma fecha llegaron los primeros religiosos que se abocaron a la tarea de evangelizar la población; ellos eran franciscanos y mercedarios. Sin embargo, fueron los jesuitas, llegados en 1608, quienes organizaron el sistema de evangelización que dio su sello característico a esta zona, lo que fue continuado por los franciscanos después de la expulsión de la Compañía de Jesús, en 1767.
Las excepcionales condiciones para la conquista, colonización y evangelización, hicieron que los templos fueran construidos por la propia comunidad de fieles. Así es como las iglesias de Chiloé y la cultura del archipiélago, son resultado de un intercambio cultural y de un profundo mestizaje.
En la actualidad existen 60 iglesias en Chiloé –gran parte con data del Siglo XIX-, que fueron construidas en maderas nobles, como alerce y ciprés, según los patrones clásicos de la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera, y de las cuales 16, por su valor arquitectónico, han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Las iglesias patrimoniales oficialmente se abren los domingos para la misa, a excepción de la Iglesia de Castro, que se puede visitar todas las tardes.
ISLA GRANDE DE CHILOÉ
Su capital provincial, Castro, está situada a 1.191 km. al sur de Santiago. En la isla prevalece la naturaleza prácticamente virgen, donde montes, lagos y ríos constituyen la escenografía de poblados que se han caracterizado por su tradición, leyendas, fiestas costumbristas y una gastronomía que incluye cazuela chilota, cazuela de ave, mariscos, pescados, carnes de vacuno, cerdo, cordero asado al palo y el famoso “curanto al hoyo”. Además de las ostras que pueden ser degustadas en sus criaderos y los famosos licores de oro, enguindao y rompón, todos destilados artesanalmente por mujeres que guardan el secreto en el seno de sus familias.
La religiosidad de su gente está reflejada en sus iglesias que datan del siglo XVIII y XIX, construidas en maderas nobles, como alerce y ciprés, según los patrones clásicos de la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa, de las cuales 16, por su valor arquitectónico, han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Para conocer la isla, son recomendables las siguientes excursiones: un circuito inicial por Ancud, Quemchi y Dalcahue; enseguida, Castro, Curaco de Vélez, Quinchao y Puqueldón son cuatros destinos donde la tradición de Chiloé se expresa en su estado más puro; para finalizar por Chonchi -que tiene como uno de sus mayores atractivos el Parque Nacional Chiloé-, Queilén y Quellón, puerto terminal de la Carretera Panamericana con gran actividad industrial y pesquera. También es posible recorrer los circuitos patrimoniales de San Juan, Tenaún y Colo, y el de Vilupulli, Ichuac y Chonchi.
La actividad turística se desarrolla por medio de tours visitando ciudades, pueblos, naturaleza, canales y mar, y realizando pesca deportiva, excursiones, paseos en lanchas y agroturismo. El turismo rural tiene un avanzado desarrollo en Chiloé y existen redes que prestan servicios. En el Parque Nacional Chiloé es posible disfrutar de paseos a caballo, caminatas, pesca y observación de flora y fauna.
Su principal fiesta folclórica es el Festival Costumbrista de Chiloé, que multitudinariamente se celebra el tercer fin de semana de febrero, donde tienen cabida la artesanía, canto, música insular, faenas tradicionales, costumbres chilotas y la gastronomía típica.
PARQUE NACIONAL CHILOÉ
Reserva forestal de gran valor por ser una de las pocas áreas del mundo que conserva el carácter primitivo de sus especies de flora y fauna. Con una superficie de 43.057 ha., su relieve es montañoso y se desarrolla hasta los 850 m. de altura.
Su cordillera, prolongación de la Cordillera de la Costa, es cruzada por varios ríos: el Gran Chepu; el Pescao o Refugio; el Matalqui; Abtao; Cole Cole; Chanquín; y, finalmente, el Cucao, este último desaguadero de los lagos Cucao y Huillinco.
La vegetación del bosque “siempre verde” muestra grandes extensiones de tepú, olivillos, coigües, y muchas otras especies acompañantes como avellanos, melíes, tepas y quacas. El Parque Nacional Chiloé es un mundo lleno de colores y de aromas de tierra y agua.
QUELLÓN
Sus orígenes se remontan al año 1881, cuando es habilitado como puerto menor; hoy tiene gran actividad e intenso movimiento industrial. Su ubicación se caracteriza por ser la última comuna al sur de la Isla Grande y, al mismo tiempo, constituye el punto final de la Carretera Panamericana, que comienza en Alaska y finaliza en Quellón (de Santiago a Puerto Montt se le llama también Longitudinal Sur).
Además, es el punto de conexión a la región austral continental y al exuberante Archipiélago de los Chonos, en la única comuna insular de la Provincia de Aisén, Melinka. Entre Quellón y Melinka está el Golfo Corcovado, hoy punto de atracción por la concentración de la ballena azul.
En la artesanía de Quellón destacan los tallados en madera, tejidos a telar en lana de oveja y tejido con junquillo y otras fibras vegetales.
Fuente: sernatur.cl
