Luna de miel en La Costa del Sol, España

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La consideración de la Costa del Sol como destino turístico internacional empieza a tomar cuerpo a partir de la segunda mitad del siglo pasado, en un momento en el que el turismo de elite, escaso y selectivo, busca nuevos lugares, período que también coincide con el de la incorporación a la actividad turística de unas capas sociales más amplias.

La historia real de la Costa del Sol se inicia en Torremolinos y con un claro antecedente: la presencia de George Langworthy, más conocido por los lugareños como “El inglés”, debido a su procedencia británica. Este singular personaje se instala, junto a su esposa, en el Castillo de Santa Clara, que adquiere a finales del siglo XIX y que posteriormente pasaría a ser una residencia para extranjeros.

El despuntar de Torremolinos en el ámbito turístico produjo un inevitable efecto dominó, y así, a finales de los años 60 y principios de los 70, los municipios cercanos, como Benalmádena, Fuengirola y Mijas, iniciaron igualmente un insospechado crecimiento turístico, al que contribuyó en no poca medida el hecho de que la Costa del Sol empezara a convertirse también en un inmenso plató cinematográfico en el que se rodaba una película detrás de otra (unas 250 hasta finales del año 2005).

Pero a unos kilómetros al oeste de Torremolinos empezaba a fraguarse otro “boom”, en este caso, sobre todo, de la mano de Alfonso de Hohenlohe, Norberto Goizueta y José Luque, quienes colocaron a Marbella en lo más alto del turismo internacional. El primero de ellos, con la inauguración del Marbella Club (1954), consiguió que la aristocracia, los grandes magnates, las más cotizadas estrellas cinematográficas, la “jet set”, en suma, se citara todos los años en Marbella. Y aún quedaba otra vuelta de tuerca: la inauguración de Puerto Banús, en la década de los 60, que propició la escala de grandes yates en sus muelles y la creación de una marina que se colocó sin dificultad en la más afamada del Mediterráneo, si se tiene en cuenta el número de personajes conocidos internacionalmente que suelen visitar los establecimientos allí concentrados.

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Ya no bastan los grandes hoteles de lujo para satisfacer la diversificada demanda de un turismo de alto poder adquisitivo, por lo que, a la par, abren sus puertas las discotecas y salas de fiesta más sofisticadas, algunos casinos y, por encima de todo, surge un entramado de campos de golf sin parangón en ninguna otra zona de Europa. La oferta de ocio va complementándose con la puesta en marcha de numerosos parques acuáticos, la apertura de parques temáticos y de atracciones y con la visión puesta en otros segmentos turísticos como el de congresos, cultural y de interior, con la Serranía de Ronda y la Axarquía como las zonas de mayor interés, un interés que luego se extendería también hacia las comarcas de Antequera y del Guadalhorce.

En el medio siglo transcurrido entre aquel incipiente Torremolinos que, sorprendido de sus posibilidades, se asomaba, incrédulo, a la escena turística internacional, hasta hoy, la Costa del Sol ha sabido adaptarse a las necesidades de los flujos turísticos y, en la actualidad, ocupa el primer lugar de la España peninsular en número de visitantes (9,8 millones en 2005), cuenta con una planta hotelera que supera los 350 establecimientos con cerca de 90.000 plazas y mantiene una oferta de ocio capaz de satisfacer los gustos más generalizados y los más singulares.

La Costa del Sol Ofrece.

Con frecuencia suele decirse que Málaga en su conjunto es un pequeño continente. Esta aseveración, que en principio puede parecer exagerada y pretenciosa, corresponde a una realidad que el visitante comprobará en sus desplazamientos por las distintas zonas de la provincia. En sus 7.272 kilómetros cuadrados –curiosamente la menos extensa de Andalucía- la provincia alberga todos los paisajes posibles, los más variados contrastes, la más completa red de establecimientos hoteleros y, por ende, una oferta turística prácticamente ilimitada.

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Turismo de sol y playa. La oferta estrella de la Costa del Sol sigue siendo la de “sol y playa”, no en vano fueron sus soleadas playas las que catapultaron el litoral malagueño internacionalmente. Y es junto a las playas donde existe la mayor concentración hotelera, no sólo de la provincia de Málaga, sino de toda Andalucía. Los 161 kilómetros del litoral malagueño albergan todo aquello que el turista suele demandar con más frecuencia, desde el tipo de alojamiento por el que se decante –los hay de todas las categorías y con una excelente relación calidad/precio-, a un espectáculo internacional o autóctono, pasando por una gastronomía enormemente variada y de consolidado prestigio o la posibilidad de practicar cualquier tipo de deporte.

A los amantes de la playa la Costa del Sol les brinda un sinfín de posibilidades. Pueden disfrutar de un baño en una extensa playa dotada de todos los servicios (bares, restaurantes, duchas, sombrillas, hamacas, palmerales, parques infantiles, accesos adaptados a discapacitados, vigilancia y puestos de socorro, alquiler de hidropedales, esquíes o motos acuáticas), o bien en una cala reducida y menos bulliciosa e incluso practicar el nudismo en zonas específicas y bien señalizadas. Conviene advertir que en las calas de Maro, en la zona oriental y limitando con la provincia de Granada, no hay servicios de ningún tipo por haber sido declaradas paraje natural. Como contrapartida, son las más bellas de toda la Costa del Sol.

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Turismo náutico. Para las embarcaciones y el deporte acuático, la Costa del Sol dispone de once puertos deportivos, con lo que se coloca a la cabeza de Andalucía en infraestructuras náutico-deportivas. Todos estos puertos, desde el más pequeño hasta el de mayor capacidad, disponen de servicios para atender cualquier necesidad que pueda planteársele al propietario de una embarcación, y además, en algunos de estos puertos hay escuelas autorizadas oficialmente para obtener la licencia de patrón de barco, para el aprendizaje de la navegación a vela o, simplemente, las que enseñan a bucear con el equipo completo de submarinista por si a alguien le apetece explorar el fondo marino.

No hay que olvidar tampoco que dentro de los puertos deportivos se sitúan algunas de las zonas de recreo más concurridas de la Costa del Sol, con bares, restaurantes y discotecas que marcan estilo o tiendas de moda en las que se pueden encontrar las prendas más sofisticadas.

Turismo de golf. El deporte que más ha prosperado en la Costa del Sol es el golf, al menos así lo pone de manifiesto la existencia de más de 50 campos, la mayoría de ellos con una zona residencial contigua para mayor comodidad de alojamiento de los deportistas y ubicados en la zona occidental, que presenta la mayor concentración de campos de golf de la Europa continental, sin duda porque la bonanza climática (300 días de sol al año) permite la práctica de este deporte con mayor asiduidad que en otros lugares.

De la excelencia de los campos de golf malagueños da fe el hecho de que algunos de ellos han sido elegidos para la celebración de los campeonatos más influyentes del calendario internacional, como la Ryder Cup, The World Championship, Open de España o Volvo Masters. Además, a la tradicional oferta de campos de golf en la zona costera, en los últimos años el interior de la provincia se ha incorporado con fuerza a este deporte y no son ya pocos los que hay realizados y mucho más los proyectados.

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Turismo activo. Los hábitos sociales han impulsado de tal manera la preocupación por la salud y el bienestar que, desde hace bastante tiempo, pocas son las actividades que se realizan que no incluyan el ejercicio físico como parte fundamental de cualquier sistema de vida, algo que, inmediatamente, ha tenido repercusión en el ámbito turístico, puesto que cada vez más, el turista elige un destino en función de la posibilidad que éste le ofrezca de poder practicar su deporte favorito o iniciarse en alguno nuevo.

En este sentido, la Costa del Sol ofrece un abanico de posibilidades tan extenso que, hoy por hoy, muy pocas zonas turísticas puede aproximársele. Dejando aparte el golf, que, dada la enorme proyección alcanzada por este deporte constituye en sí mismo un segmento turístico, el tenis, el padel, el badminton y el squash se han erigido entre las prácticas deportivas más usuales. En consecuencia, la planta hotelera de la Costa del Sol –todos los hoteles de cuatro y cinco estrellas y muchos de tres- disponen de instalaciones propias para este tipo de deportes, por lo que el cliente no tiene por qué salir del recinto hotelero en busca de una pista donde jugar una partida.

En esos mismos hoteles de nivel medio-alto, el cliente puede encontrar un gimnasio en el que fortalecer músculos y eliminar calorías bajo la vigilancia de monitores y fisioterapeutas, amén de otros espacios –por lo general entre jardines o en la propia playa- donde practicar ejercicios colectivos de gimnasia rítmica.

La hípica es otra de las modalidades deportivas por las que ha apostado fuertemente la Costa del Sol, y buena prueba de ello son las recientes instalaciones de la Escuela Ecuestre de la Costa del Sol, en Estepona, y el Hipódromo de la Costa del Sol, en Mijas, que han contribuido a que Málaga comparta con Jerez de la Frontera (Cádiz) la hegemonía de todo lo relacionado con el caballo.

Para quienes buscan la máxima emoción en la práctica deportiva, la provincia de Málaga reúne inmejorables condiciones para el deporte de riesgo. La abundancia de sierras, algunos de cuyos picos rondan los 2.000 metros, brindan la posibilidad del vuelo en parapente o ala delta (la zona del Valle de Abdalajís se ha convertido en un punto de referencia), la escalada o el montañismo en todas sus vertientes.

En contraposición, existen innumerables cuevas y oquedades consideradas auténticos paraísos para los espeleólogos, como la Cueva del Gato, en Benaoján, por la que discurre el río Guadiaro en un recorrido subterráneo de cuatro kilómetros, o la sima GESM, en la Sierra de las Nieves. Incluso la Cueva de Nerja tiene algunas galerías que, por su dificultad, están reservadas a espeleólogos o personas capaces de desenvolverse en espacios abruptos.

En cuanto a senderismo, rutas en bicicleta o a caballo, la oferta de la provincia de Málaga es inagotable, pues de cada uno de sus 101 pueblos parten distintos itinerarios hacia los más diversos parajes. Las oficinas de Turismo o, en su defecto, los propios ayuntamientos, disponen de toda la información sobre el senderismo, con datos precisos sobre el recorrido y la dificultad de las rutas del municipio.

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Turismo de salud. Una de las razones por las que la Costa del Sol continúa siendo uno de los destinos turísticos más demandados del mundo estriba en que ha sabido captar, desde siempre, los cambios que se han ido operando en el turismo internacional. En este sentido, desde que el llamado turismo de salud -concentrando décadas atrás en los vetustos balnearios que no pudieron resistir el empuje del turismo masivo de sol y playa- empezó nuevamente a estar en el punto de mira de algunos viajeros, la Costa del Sol supo, como ninguna otra zona de España, abrirse a ese nuevo modo de descanso, y antes de que empezaran a ser rehabilitados los balnearios tradicionales, los mejores hoteles del litoral malagueño empezaron a incorporar servicios de talasoterapia como una oferta especial a su clientela.

De este modo, los spa fueron apareciendo en la Costa del Sol hasta llegar a constituir un elemento clave para ese tipo de clientela que opta por combinar el ocio con un especial cuidado de su salud. El hotel Incosol, en Marbella, fue uno de los primeros en iniciar este camino, por el que siguieron otros muchos, como el Meliá Costa del Sol en Torremolinos, el Byblos en Mijas o Las Dunas en Estepona, entre otros.

Turismo cultural. Ruinas de la Muralla árabe en el municipio de CasaresLa estratégica situación geográfica de la Costa del Sol ha propiciado tempranos asentamientos humanos no sólo en el litoral, como lo prueban las pinturas y objetos hallados en la Cuerva de Nerja (20.000 años de antigüedad) o en la del Tesoro, en Rincón de la Victoria, sino también en el interior de la provincia (monumentos megalíticos de Antequera, entre otros vestigios).

No obstante, hasta la llegada de los fenicios, que fundaron Malaka en el siglo VIII a.C., no puede hablarse de una ciudad construida con un mínimo entramado social. A partir de esa época, la Costa del Sol va a ser colonizada o tomada, según los casos, por todos los pueblos que han surcado el Mediterráneo. Debido a ello, el legado histórico-artístico que guarda esta zona es de una riqueza y diversidad extraordinarias.

rincon de la victoria

Turismo de idiomas. El llamado turismo de idiomas no es ni mucho menos una opción o una necesidad de estos últimos tiempos, pues al menos ya en el siglo XVIII no era infrecuente que las familias –las más pudientes, claro está- enviaran a sus vástagos a aprender idiomas en distintos países. Lo que sí es cierto es que en las últimas décadas esta costumbre se ha socializado y ahora es un hecho habitual el trasiego de jóvenes de un país a otro con el objetivo de perfeccionar el idioma aprendido en la universidad.

Gastronomía. En lo referente a la gastronomía es oportuno indicar que la Costa del Sol posee la mayor concentración de establecimientos hosteleros de toda Andalucía. La opción abarca desde los más prestigiosos, incluidos en la guía Michelín (El Tragabuches en Ronda, el Café de París en Málaga, y el restaurante del hotel Las Dunas en Estepona), a los más económicos y populares. Mención especial merecen los especializados en el ya famoso ‘pescaíto frito’, que se ubican preferentemente en la zona costera (La Carihuela en Torremolinos y Pedregalejo en Málaga, sobre todo), aunque en cualquier pueblo costero y ya incluso del interior ofrecen esta exquisitez gastronómica con las máximas garantías de calidad.

Pero no toda la gastronomía tradicional malagueña se reduce a su deliciosa fritura de pescado. Sería prolijo enumerar siquiera sucintamente las especialidades de los 100 municipios de la provincia de Málaga, pero conveniente destacar, entre los platos autóctonos en general, el gazpacho, el gazpachuelo, la ensalada malagueña, la porra, las sopas de pescado o los potajes, todo ello cocinado de mil maneras siguiendo el recetario popular transmitido de generación en generación en cada uno de los pueblos. Asimismo, los derivados del cerdo, particularmente en las zonas de interior, son de una extraordinaria calidad.

Fuente: www.visitacostadelsol.com

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