Luna de miel en La Rioja, España

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La Comunidad Autónoma de La Rioja está situada en el norte de la Península Ibérica. Limita al norte con el País Vasco y Navarra; al este con Aragón; al sur y al oeste con Castilla y León.

El territorio de esta comunidad autónoma uniprovincial se encuentra entre la depresión del Ebro y el sistema Ibérico, donde la Sierra de la Demanda presenta las mayores alturas con los picos San Lorenzo (2.262 m) y Sierra de Cameros Nuevo (1.877 m). La Sierra de la Demanda pierde altura hacia el interior de la Península hasta fundirse con la Meseta Central. Por el sur, en el límite con Soria, los Picos de Urbión y Sierra Cebollera vuelven a presentar alturas superiores a los 2.000 m. La zona central está ocupada por la llanura que forma la Depresión del Ebro, donde su eje principal, el Ebro, recorre toda la zona septentrional de la comunidad; entra por las Conchas de Haro, al oeste, y sale de La Rioja por Alfaro, al este. Otros ríos de la comunidad, todos ellos pertenecientes a la cuenca del Ebro, son el Oja, el Najerilla, el Iregua, el Leza, el Cidacos y el Alhama.

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Logroño Logroño es una ciudad rica en historia y tradiciones que se conservan desde la Edad Media. El Camino de Santiago hizo de ésta una de las poblaciones más importantes de la ruta, dejando un interesante conjunto monumental estrechamente vinculado al tradicional paso de peregrinos.

La historia de Logroño no puede desligarse del Camino de Santiago. Tanto es así, que la ciudad no llegó a cobrar importancia hasta el auge de la ruta jacobea, a partir del siglo XI.

El Codex Calixtinus (s. XII), la primera guía del Camino de Santiago, ya menciona a Logroño en sus páginas. Y es que el paso de comerciantes, artistas y peregrinos por las calles empedradas de la capital riojana durante siglos han hecho de la ciudad un cruce de caminos de gran relevancia cultural.

El río Ebro atraviesa la ciudad y sobre él se encuentran dos puentes que sirven para comunicar Logroño con Navarra y Álava. El más antiguo de ellos es el Puente de Piedra, que permite que la ruta jacobea llegue hasta la ciudad. En su origen (siglo XI), estaba fortificado por cuatro arcos y tres torres. Otro puente, esta vez de hierro y construido en el siglo XIX, cruza también este cauce fluvial.

De la antigua muralla que circundaba la ciudad, queda en pie la muralla del Revellín y la puerta de Carlos I. Durante las fiestas patronales, se celebran en este lugar actos que recuerdan el asedio francés a la ciudad.

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En torno a la Rúa Vieja, tradicional calle de paso de los peregrinos que se dirigían a Compostela, aparecen las más importantes representaciones de la arquitectura jacobea como son el albergue de Peregrinos o la famosa fuente de los Peregrinos. Tampoco deja duda sobre la importancia de esta ruta jubilar la iglesia de Santiago. Este monumental edificio, erigido en el siglo XVI, cuenta con una sola nave y su fachada muestra una formidable imagen de Santiago Matamoros. En el interior se venera la imagen de la Virgen de la Esperanza, patrona de Logroño.

El centro histórico acapara importantes citas culturales, como la Catedral de Santa María la Redonda (ss. XV-XVIII), que alza sus imponentes torres barrocas en la plaza del Mercado. El actual recinto catedralicio se asienta sobre una antigua iglesia románica de forma redonda. De la importante obra escultórica presente en el edificio, sobresalen las tallas de Gregorio Fernández y una representación del Calvario realizada por el maestro renacentista Miguel Ángel.

La rica huerta riojana permite elaborar algunas de las especialidades que conforman la reconocida tradición culinaria riojana. Espárragos, alubias, pimientos, alcachofas y otras verduras y legumbres se convierten en la base de una larga lista de platos como la menestra de verduras, las patatas a la riojana, las chuletillas de cordero y cabrito al sarmiento o los pimientos rellenos. Los postres típicos pasan por las peras al vino, los fardelejos de Arnedo (hojaldre con pasta de almendra) o los mazapanes de Soto (elaborados con azúcar y almendra molida).

Hablar de Rioja es sinónimo de grandes vinos españoles. Desde hace décadas, los caldos riojanos, protegidos por una Denominación de Origen propia, son referencia obligada en toda España y en el extranjero.

Santo Domingo de la Calzada 

Una de las localidades riojanas más profundamente marcadas por el Camino de Santiago es Santo Domingo de la Calzada. Su entramado de calles medievales, declarado Conjunto de Interés Histórico-Nacional, alberga un valioso patrimonio en el que destacan sus murallas, la Catedral y el antiguo Hospital de Peregrinos. La gastronomía riojana, y sobre todo los afamados vinos de Rioja, son algunos de los atractivos que ofrece la zona, donde, además, se podrá conocer la cuna del castellano y los monasterios de Suso y Yuso, en San Millán de la Cogolla.

A los pies de la Sierra de la Demanda y el monte de Yuso, Santo Domingo fundó esta villa en el año 1044 para socorrer a los peregrinos que viajaban en la Baja Edad Media hasta Santiago de Compostela.

El Camino de Santiago, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, dinamizó la economía y la cultura de las tierras que atravesaba y estuvo muy ligado a la transmisión de corrientes artísticas y culturales. Los peregrinos que atravesaban tierras riojanas solían descansar a orillas del río Oja, en el bosque de la Hojuela. Fue aquí donde Santo Domingo construyó un puente, levantó un albergue, un hospital y una ermita, origen de la villa y ciudad (título que le concedió Alfonso XI en 1334). A Pedro I “El Cruel” se deben las murallas que fortifican su trazado medieval, declarado Conjunto de Interés Histórico-Nacional.

La primitiva ermita pasó a ser una iglesia bajo la advocación del santo, para más tarde consagrarse como Catedral. Este templo, situado en la céntrica Plaza del Santo, fue iniciado en 1158 en estilo gótico, si bien posee elementos de origen románico, como su portada y ábside, y otros de estilo barroco y renacentista, como la esbelta torre exenta.

En el interior catedralicio sobresale un hermoso retablo mayor de estilo plateresco, así como el sepulcro con la talla románica del Santo.

La ribera del Ebro aporta a la mesa riojana abundantes hortalizas y frutas. Espárragos, pimientos, alcachofas y otras verduras son la base de platos como las patatas a la riojana o la menestra de verduras. Son célebres también las chuletillas de cordero lechal al sarmiento (asadas sobre una gavilla de sarmientos). Entre los dulces destacan los fardelejos (con almendra, huevos y azúcar), los mazapanes (pasta de almendra y azúcar horneada) o las peras al vino. Estas tierras sembradas de vides crían uno de los vinos más apreciados de España, el Rioja, con Denominación de Origen. Blancos, rosados y, especialmente, tintos acompañan y forman parte de esta suculenta gastronomía.

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Haro 

Tierra de vinos, bodegas y huerta

Del patrimonio histórico artístico de esta localidad riojana destaca la Basílica de Nuestra Señora de Haro, con su altar mayor barroco; el Palacio de los Condes de Haro, también barroco; el Palacio de Beldaña, ejemplo del plateresco español, del siglo XVI; la iglesia de Santo Tomás ; y el Archivo Municipal, con documentación fechada ya en el siglo XIII. Si algo marca la vida de Haro es el vino, motor económico de la comarca y expresión cultural de la zona. Los viñedos forman parte de su paisaje y la mayoría de las bodegas que existen se puede visitar. Además, el municipio cuenta con un Museo dedicado a los caldos. Su fiesta más famosa también está relacionada con esta bebida: la “Batalla del Vino” , el 29 de junio de cada año, una pelea pacífica entre dos bandos que se lanzan miles de litros de vino.

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San Millán de la Cogolla  En pleno valle del río Cárdenas se asienta San Millán de la Cogolla, localidad riojana fundada por el santo homónimo y vinculada durante siglos al Camino de Santiago. La arraigada tradición monástica del municipio es apreciable en el bellísimo conjunto arquitectónico que alberga, donde destacan los Monasterios de Suso y Yuso, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad. La importancia de San Millán de la Cogolla se debe también a su condición de cuna del castellano, ya que en esta localidad se conservan los primeros documentos escritos en esta lengua. 

El origen de San Millán de la Cogolla guarda una estrecha relación con la arraigada tradición monástica del lugar. Fue aquí donde, hacia el siglo VI, San Millán buscó refugio espiritual en un eremitorio excavado en la roca.

La importancia cultural y religiosa que alcanzó durante la Edad Media esta comunidad monacal fue tal que atrajo a multitud de peregrinos que se desviaban del Camino de Santiago, y aún hoy lo hacen, para dirigirse hacia este lugar.

El devenir de los siglos ha dejado en este típico caserío riojano el bello conjunto arquitectónico formado por los Monasterios de Suso y Yuso. Ambos, declarados Patrimonio de la Humanidad, poseen una gran relevancia histórica, ya que en ellos se conservan los primeros textos escritos en castellano.

El Monasterio de Suso fue construido inicialmente en el siglo VI, si bien fue ampliado en sucesivas ocasiones hasta el siglo XI. Este hecho puede apreciarse en la superposición de estilos artísticos presentes en su fábrica, que va desde el primitivo núcleo visigótico, hasta el mozárabe y la posterior obra románica.

En el interior cenobial, además de un hermoso claustro, cobija las tumbas talladas en piedra de los Siete Infantes de Lara junto a su maestro, así como los de tres reinas de Navarra.

La iglesia, levantada en estilo mozárabe a finales del siglo X, conserva algunos restos del primitivo monasterio. Entre ellos sobresale una escultura del santo en una de las hornacinas visigóticas, así como una necrópolis con decenas de sarcófagos pétreos pertenecientes a la comunidad de ermitaños.

Al siglo XI corresponden las últimas obras de ampliación de la iglesia, que incorporó elementos románicos. Dentro de este estilo se enmarca la escultura yaciente de San Millán (s. XII), pieza de alabastro que representa la figura del místico junto a varios discípulos y peregrinos.

Situado al fondo del valle, el Monasterio de Yuso data del siglo XI, con posteriores remodelaciones en los siglos XVI y XVIII.

La gastronomía riojana tiene en los productos de la huerta sus mayores aliados. La menestra de verduras, las patatas a la riojana, las chuletillas de cordero al sarmiento o los pimientos rellenos son algunas de las especialidades regionales. Por su parte, los vinos de Rioja, protegidos bajo denominación de origen, gozan de reconocido prestigio.

Ezcaray  Enclavada en la Sierra de la Demanda, a orillas del río Oja, la villa de Ezcaray y sus alrededores son ideales tanto para aquellos que buscan descanso y tranquilidad como para los amantes de los deportes de montaña.

En su casco urbano despunta la iglesia de Santa María la Mayor, de los siglos XII al XIV, declarada monumento histórico artístico. Su estilo gótico aragonés es único en La Rioja.

Los torreones cilíndricos de la iglesia, que refuerzan sus ángulos, son los que le confieren aspecto de fortaleza medieval y palacio. En el exterior se aprecia una hermosa balconada, en la que aparecen tallados en piedra los escudos de los antiguos señores de la villa. La puerta de entrada principal de madera tallada es plateresca y data de 1532. La puerta oeste es manierista de mediados del siglo XVI. En el interior se descubre una iglesia de una sola nave con bóvedas de crucería y medallones. También de interés es el conjunto que forman la Real Fábrica de Paños de Santa Bárbara, del siglo XVIII, y el edificio del tinte, conocido popularmente como “El Fuerte”. En los alrededores de Ezcaray, sorprende el paisaje de montaña, con arroyos, bosques y cumbres que superan los 2.000 metros de altitud.

Calahorra Es la principal población de la Rioja Baja. Se encuentra en un promontorio sobre la fértil vega del Cidacos y dedica su actividad a canalizar los excelentes productos de las huertas de la comarca.

En el centro histórico de Calahorra quedan numerosos vestigios de su pasado, como la Catedral, de alzado gótico tardío y portada con figuras de alabastro, que data del siglo XV; y su puerta de San Jerónimo, de estilo plateresco. En el interior, destacan la capilla del Cristo de la Agonía y otras capillas menores como la del Cristo de la Pelota o la Visitación. Despuntan del conjunto la sacristía barroca y el claustro plateresco, que acogen los tesoros del museo catedralicio: pinturas, orfebrerías, una Biblia del siglo XII y la espectacular custodia conocida como El Ciprés. En el casco antiguo musulmán emergen un arco romano y la iglesia de San Andrés, del siglo XVI. En la plaza del Raso, antiguo foro romano, se halla la iglesia de Santiago, la mejor muestra del neoclásico riojano. También dignos de visita son el museo municipal, que concentra unas 11.000 piezas arqueológicas, entre ellas la célebre Dama Calagurritana, y el convento de las Carmelitas, que alberga un soberbio Cristo atado a la columna, de Gregorio Fernández. El Parador de Turismo Marco Fabio Quintiliano se ubica en el céntrico Paseo del Mercadal.

Fuente: www.lariojaturismo.com/

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